
Esta semana pasada estuvimos, unos amigos, mi marido y yo, en Jaén. No conocía la ciudad y me sorprendió muy gratamente. Al llegar después de instalarnos en el hotel, salimos para buscar la oficina de Información; nos dijeron que había una guía y un señor que esperaba grupo para una ruta turística por la ciudad. Aprovechamos la oportunidad y nos añadimos para formar el grupo. Tuvimos suerte,la guía, una señorita encantadora que nos hizo pasar una tarde deliciosa. Pues bien, después de ver los baños,la catedral y un sin fin de cosas llegamos a la Madalena o Magdalena(no lo se ciertamente)donde nos contó la leyenda:
"Hace muchísimos años, Jaén era una ciudad importantísima; allí vivian gentes de todas partes de la tierra. Existía un manantial que arrojaba gran cantidad de agua y, como es lógico la ciudad fue creciendo alrededor del agua. Ese manantial se le conoce por el manantial de la "Malena" pero a los ciudadanos les gustaba nombrarlo por el Raudal de la Malena. Pues cuenta la leyenda que allí vivia un lagarto, dragón o bestia feroz que cada día se alimentaba de las mozas, jóvenes o cualquier humano que pillara. Como es normal cada vez necesitaba más comida para saciar su apetito. Su tamaño cerraba la salida del agua creando otro gran problema. La situación era desesperante: no había agua y todos estaban expuestos a ser devorados en cualquier momento. Por más recompensas que se ofrecían no habían voluntarios que se atreviesen con el lagarto. Hasta que un día... un preso se ofreció a dar caza al monstruo a cambio de su libertad.
Ya acordado el trato,pidió una serie de cosas: un caballo veloz, un saco de hogazas de pan recién hechas, polvora y el pellejo de un cordero acabado de matar.
Al amanecer mientras el lagarto dormía llegó el preso, al galope con toda su carga, despertando a la fiera. El preso fue dejando un reguero de panes que el bicho iba engullendo. Cuando llegó a la Plaza de San Ildefonso colocó el pellejo del cordero lleno del explosivo que había pedido. El lagarto se lo tragó de un bocado mientras el preso encendía la mecha que explotó apenas lo engulló haciéndolo reventar estruendosamente. Así es como la ciudad se libró del lagarto y su Raudal siguió dándole el agua tan necesaria para sus habitantes.
Existe un dicho para los muy tragones y también para cuando se le desea mal a alguién que dice:"Así revientes como el lagarto de la Malena".