

¿EVOCACIÓN? ¿NOSTALGIA?
No se porqué razón hay ocasiones en las que surgen los recuerdos de la niñez con verdadera fluidez y claridad. No quiero pararme a pensar cual será la causa ya que a lo mejor descubriría que me estoy haciendo mayor o no porque esto me ocurre desde hace mucho; no se si alguno sentirá lo mismo que yo. Pues bien: recuerdo a muchas de esas personas con las que nos cruzamos a través de los años y me doy cuenta de cómo unas te hacen mucho bien y en cambio otras te han estropeado ilusiones, sueños, proyectos e incluso te han cambiado la alegría que habitualmente solía ser tu abanderado.
De mis primeros años de escolarización guardo pocos recuerdos, imagino que como no estábamos mucho tiempo en un mismo sitio, debido al trabajo de mi padre, no he almacenado vivencias importantes. Sí guardo con mucho cariño mi escolarización en el Grupo Escolar Don José Esquerdo. “MAESTRA” entrecomillada y mayúscula que eso fue para mí, una gran señora y una excelente maestra.
La recuerdo siempre vestida de negro, con aquel gran velo que le llegaba casi por las caderas, gordita, pelo blanco y con esa cara tan blanca y suave que parecía de cera.
Era viuda, su marido murió en plena guerra civil, había sido capitán de la Marina Mercante. Tenía dos hijos, el mayor estudió Náutica y el chico Medicina. Me imagino los apuros que pasaría en aquella época para sacarlos adelante. No le recuerdo un mal gesto a pesar de las circunstancias que le rodeaban. Era atenta, cariñosa pero a la vez exigente con su trabajo y el nuestro. Con ella aprendí tantas cosas, muchas de ellas de las que no se encuentran en los libros. Era metódica, nada más entrar en clase se quitaba aquel manto negro y cuidadosamente lo doblaba dejándolo sobre una sillita colocada detrás de su mesa.
El orden y la presentación de los trabajos eran lo primero, podías hacer el mejor trabajo del mundo que como su presentación no fuera buena te lo mandaba hacer una y otra vez hasta que quedara impoluto.
Sentía gran gusto por la lectura además tenía un arte especial para transmitirte ese gusto. Con ella estuve durante tres años, después hice ingreso de Bachillerato y cambiamos otra vez de ciudad. Siempre que volvía al pueblo procuraba ir a verla y contarle mis adelantos en los estudios, no imaginé que con el tiempo llegaría a tenerla como modelo ya que nunca pensé que estudiaría Magisterio.
Después de cuarenta años trabajando… con que uno de mis alumnos me recordara con el cariño con el que yo recuerdo a Doña María, ya me consideraría recompensada y con “la misión cumplida”.