lunes, 26 de julio de 2010

CURIOSIDADES: La incertidumbre de un viaje




Siempre que mis compañeras, amigos o conocidos salían de “veraneo” ( lo pongo entrecomillado porque en aquella época el veraneo, al que se podía aspirar en nuestra clase social, iba acompañado de tortillas, filetes empanados y otras chucherías que eran la delicia de los viajes) me producían una envidia sana. ¡Ni loca podría pensar que mi familia y yo veraneásemos alguna vez. Soñaba con la suerte que tenían esos viajeros que andaban de la “Seca a la Meca” igual que si pasearan por las playa de la Puntilla.
Cuando estudiaba 2º de Magisterio se formó un equipo de “balón-volea” hoy “voley-bol”, era obligatorio formar parte de este deporte o bien de “balón-cesto”. Nunca fui una gran deportista pero las ganas de salir con mis “compis” me hizo elegir el balón-volea ya que por novedoso tenía menos competencia. También era obligatorio formar parte del equipo de gimnasia rítmica (ahora que ya pasó mucho tiempo os diré que era lo más cursi que jamás viera ser civilizado).
Pues bien, en balón volea llegamos a los cuartos de final (sin salir de la localidad) en esta fase nos eliminaron las Salesianas, dicho sea de paso nosotras jugábamos muchísimo mejor pero no podíamos eliminar a las Hermanas Salesianas y el señor árbrito les hizo el favor y quedamos eliminadas. ¡Adiós viaje a la capital!
Con el equipo de gimnasia rítmica tuvimos más suerte, competimos como leonas, a cursis no nos ganaban y así llegamos a la semifinal que se celebraba en Lérida.
¡Qué guay! Iba, por fin, a viajar a Lérida, nada menos que en autobús. Total un paseíto Alicante-Lérida en un pis-pas, pero… mi madre dijo que na nay, que cuando aflojaba la mano me tomaba el pie. “Mi gozo en un pozo”, pero no, la profe de Educación Física le envió una carta y le decía que si no participaba en la final no podía aprobar la asignatura y allá ella. Ante razón tan contundente: CEDIÓ.
Preparé mi maleta, uniforme incluido y partimos rumbo a Lérida.
No os lo perdáis, el uniforme era un trajecito tipo “charlestón”, una cinta blanca de raso en el pelo pero a nivel de la frente, unas bambas blancas con unos borlones de lana blanca (diseño, diseño no se pero cursi era un “jartón”).
¡Mi primer viaje! ¡Viaje con mis compis! ¡Qué guay! Pero… en Lérida vivían unos amigos íntimos de mis padres que me estaban esperando al pie del autobús. Ya se pueden imaginar la “inmensa alegría” que me entró por todo el torrente sanguíneo.
Pues bien, mis queridos “ángeles de la guarda” me acompañaron hasta que me asignaron habitación, se despidieron y por la noche después de cenar, cuando mis compis tenían preparada una correría de campeonato, aparecieron mis protectores para llevarme a comer merengues que tanto me gustaban de chica. ¿Alguien se puede imaginar lo que sentí en aquel momento?
Pues así día tras día exceptuando los momentos de participación (que también estaban en las gradas aplaudiéndome a rabiar) me acompañaron, me vigilaron y se alegraron tanto porque me lo habían hecho pasar muy bien.
Salimos, de vuelta, sobre las diez de la mañana. Mis compañeras tenían un regimiento de leridanos despidiéndolas y yo… a los “amiguísimos” de mis padres deseándome un buen viaje y que volviera pronto para seguir pasándomelo tan bien.
En el camino de vuelta hicieron bromas de todas clases, hasta que decidí pasar de ellas. Me confortó un poco el volver campeona y que me dieron el único sobresaliente de toda mi carrera.
Al acabar la reválida de Magisterio (entonces los planes de estudio eran muy diferentes a los de ahora) hicieron el viaje fin de carrera y digo hicieron porque yo tampoco pude ir. Después de vender papeletas, dulces y yo que se cuantas cosas más no obtuve el permiso para tal “desenfreno” ¡Chicos y chicas juntos en un viaje a Granada! ¡Por Dios que desvergüenza! ¿Dónde se había visto tanto libertinaje?
Como compensación aquel verano me dejaron viajar con mi hermana (10 años menor que yo). Fuimos a Las Palmas a pasar 15 días. ¿No os cuadra? ¡Pues claro que no! Íbamos a casa de mis tíos (ahora sí). La verdad es que no lo pasamos mal del todo. Conocí a muchos chicos/as de mi edad e hicimos montones de excursiones, guateques y correrías múltiples por el campo y la playa.
Así que mi primer viaje (sin ningún miembro familiar) fue… ¡mi viaje de novios!
Fuimos a Madrid ¡qué locura! Luego a Alicante y de vuelta a Granada, pero, alucinen, en Granada estuvimos en casa de la hermana de mi marido, así es que volvíamos a las andadas.
Durante mucho tiempo el viaje más largo que podíamos hacer era a Cádiz o a Jerez (consulta médica, claro)
Pasó el tiempo y cuando mis hijos tenían 6 y 7 años y nos habían subido un poco el sueldo, hicimos nuestro primer viaje como “los pudientes”. Volamos a Gran Canarias y pasamos unos días de ensueño. Del vuelo mejor ni hablar, tuvimos las maletas perdidas durante 4 días y por más reclamaciones que pusimos no nos hicieron ni caso. Pero había que volver y llegó el momento de embarcar y ¡SORPRESA! Como era un vuelo “Charter” había más pasajeros de la cuenta. Aquello era una batalla campal, todos queríamos embarcar, no nos podíamos quedar ya que el lunes teníamos que trabajar. En un momento determinado y cuando el caos era impresionante la compañía ofertó 3 noches de hotel y pensión completa para los que quisieran quedarse y con la promesa de que el martes tendrían embarque seguro. Así que los que no nos podíamos quedar empezamos a embarcar.
Si mi marido a la ida lo pasó mal por ser su primer vuelo ¡imagínense ahora como estaba!
El vuelo de regreso fue una verdadera odisea: tormenta, sacudidas, bajadas que te hacían subir el estómago hasta la garganta… pero por fin llegamos a Sevilla.
Sevilla nos recibió con un sol espléndido y esa alegría del que “casi esta llegando a su casa”
Cuando el avión ya paró y nos pudimos desabrochar los cinturones, mi marido pálido como de ultratumba me dijo:” ¿Sabes que te digo?, que mis santos cojones en una larga temporada no se vuelven a subir a un avión” El pasajero que estaba a mi lado contestó:”Yo no quería decir nada, pero…los míos tampoco”
Y así concluyó nuestro primer viaje en solitario