

En el Diccionario se les denomina así a las cuentas exorbitantes, formadas arbitrariamente y sin la debida justificación.
Es ésta una frase muy en uso y que erróneamente puede dar a entender que el Gran Capitán abusó de la confianza que en él depositó su Rey Fernando el Católico y no fue así. Las tan famosas cuentas que el general español Gonzalo Fernández de Córdoba presentó al rey, fueron más bien fruto del enfado por la forma inconveniente en que le fueron pedidas, que del intento de desorientar sobre algún beneficio personal, que jamás obtuvo.
Gonzalo Fernández de Córdoba,apodado Gran Capitán por su valentía, audacia y técnica militar, prestó impagables servicios a los Reyes Católicos, tanto en la conquista de Granada como en sus contínuas victorias sobre los franceses para la conquista del reino de Nápoles. Fue gobernador de Nápoles durante cuatro años. Pero, protegido desde niño por la Reina Católica, no contaba con las simpatias del rey Fernando.
Muerta la reina, Fernando el Católico le quitó el mando y le pidió cuentas de su gestión.
Éste, que fue un auténtico genio militar, idolatrado por sus soldados y admirado por todos, tuvo en cambio en su popularidad su mayor enemigo. Presentó las famosas cuentas al rey y se retiró a Loja donde murió en el año 1515.
He aquí alguna de las facturas que traslucen el estado de ánimo conque fueron hechas:
- Doscientos mil setecientos treinta y seis ducados y nueve reales en frailes, monjas y pobres para que rogasen a Dios por la prosperidad de las armas españolas.
- Cien millones de palas, picos y azadones, para enterrar a los muertos del adversario.
- Cien mil ducados en guantes perfumados para preservar a las tropas del mal olor de los cadáveres de sus enemigos tendidos en el campo de batalla.
- Ciento sesenta mil ducados en poner y renovar campanas destruidas por el uso contínuo de repicar todos los días por nuevas victorias sobre el enemigo.
Está claro que el Gran Capitán estaba mofándose de su rey que lejos de felicitarle por sus triunfos le exigia algo más propio de un contable que de un general honesto. La siguiente partida viene a confirmarlo:
- Cien millones por mi paciencia en escuchar que el rey pedía cuentas al que le ha regalado un reino.
Como vereis hasta en eso fue un genio el Gran Capitán.